Cuando se muere alguien que nos dio un mundo nuevo o, siendo más modestos, nos amplio los horizontes de éste, es auténtico decir que nos sentimos más solos. Y tristes, y desamparados.
Hace unos días se fue Luis Alberto Spinetta. Alguien a quien aprendí a escuchar. Alguien que con su ética demostraba una y otra y otra vez que en el rock todavía sobrevive algo de los ideales de una cultura hecha por y para los jóvenes. Let it be. Su renuencia al show business, su crítica a la idiotización colectiva, el énfasis con el que daba a entender que la lectura no es una actividad de sabiondos sino un regocijo y un alimento para el espíritu, su apuesta siempre redoblada por un arte sin concesiones y, a la vez, popular, etc... señalaban un camino por el cual se podía transitar.
Tuve la suerte de verlo un buen número de veces. Creo que la primera fue por 2004, en Paraná. El Flaco volvía a tocar en mi ciudad después muchos años. Estaba presentando Para los Árboles. Llevé a Lisandro, mi hermano. Tocó compañado por Claudio Cardone. Y obviamente el recital fue una maravilla.
Después hubo varias más, todas en Santa Fe. Muchas en la UNL.
Fue también en Santa Fe donde se marcó un punto de inflexión. Tengo una relación "egoísta" con la música. Para ir a un recital o escuchar algo no necesito de excusas sociales. Si quiero ir a un recital directamente voy, sin buscar yunta o cómplices. Tengo la impresión que esto no siempre es así. Por eso digo que en Santa Fe hay una novedad: fue ahí donde me hice de un grupo precioso de amigos que también cultivaban el gusto por el arte del Flaco. Fue gracias a la filosofía alemana de los siglos XVIII y XIX que nos conocimos primero con Guille y Fran. Y luego, por ellos, conocí a a Nico, a Rafa, a Fede y Violeta, a Vale y, the last but not the least, Guille del cual más abajo comparto un mail. Nos encontrábamos ahí, en las canciones, las melodías y letras de Spineta. También en el humor, las reuniones nocturnas, algunas lecturas, las alusiones improductivas a la cultura letrada, en la comida. Aquellos amigos fueron una bisagra. Afortunadamente nuestros caminos se cruzaron y ahí, en ese cruce, Luis Alberto tenía y tiene un primerísimo lugar.
Es tan así que hacia fines de 2009, cuando El Flaco hizo el recital hoy histórico de Velez junto a Las bandas Eternas, uno de estos amigos fue con su novia. Guille Moro estuvo ahí. A las horas, conmovido por el recital, nos escribió un mail preciso y sentido.
Cuando me entero que Spinetta ya no está entre nosotros me pasaron muchas cosas. Algunas de esas cosas no estaban articuladas en palabras ni buscaban palabras. Hay dolores mudos y difusos. Creo que los primeros momentos cuando nos anoticiamos de la muerte de alguien querido, ese es el tipo de dolor que se hace presente. Pero cuando el malestar iba tomando forma de relato, y de recuerdo, ahí estaban estos amigos y sobre todo el mail de Guille.
El modo más inmediato que encuentro para recordar a L.A.S. y a mis amigos es publicar aquí ese mail, un texto fraternal y lleno de inteligencia, afecto y cariño. Únicamente inserto en el cuerpo del texto de Guille el video del recital, que hoy se puede ver en Youtube.
Subj: Crear una pequeña flor es trabajo de siglos
Fecha: 05/12/2009
Para mis amigxs spinettianxs:Exultante, asombrado, colmado, tan feliz... Ayer fue el recital de Spinetta y las Bandas Eternas, y así me dejó... bah, en realidad mucho mejor, sólo que lo adjetivos, las palabras en general, se vuelven absolutamente pobres e incapaces cuando se trata de transmitir ciertos estados de ánimo (y acaso siempre, si atendemos a lo que plantean estos muchachos en este temazo http://www.youtube.com/watch?v=y45HI7H9DMc&feature=related). Pero bueno, acá estoy, sólo con lenguaje, palabras, signos, la pobreza de nuestra cultura, intentando igualmente compartir con ustedes la experiencia de ayer.Se sabía que algo importante iba a pasar. Nadie podía decir con precisión qué ni cómo, pero se respiraba en el aire... La posibilidad de ver a Spinetta con sus viejas bandas prometía ser especial, sobre todo considerando que el flaco ha hecho un culto de no volverse un dinosaurio vividor de su pasado, tocando siempre su nueva música y sólo ocasionalmente, casi sin querer, algún tema clásico. Eso, por cierto, lo mantuvo vigente de verdad. En él mismo cobra sentido y reflejo su alarido "mañana es mejor" de Cantata de Puentes Amarillos.El recital fue en Velez. Ya eso estuvo bueno: conocer el mítico José Amalfitani de las atajadas de Fillol a River en el '90 escuchadas por la radio paranaense, de las tribunas vistas en Fútbol en Primera… En esos estadios es mejor aún ir al campo: uno puede mirar alrededor y al menos imaginar lo orgásmico que debe ser hacer un gol o tirar un caño rodeado de esas tribunas enormes repletas y fervorosas. La parte mala fue que ayer el campo lo pusieron hasta un tercio de la cancha (el tercio trasero). Toda la primera parte era platea vip. Entonces fue una de estar luchando las dos horas previas al recital entre la multitud para ganar algún pasito de ventaja, sin ningún sentido, porque igual no se veía una goma. Causaba bastante bronca, porque la perspectiva era solo ver nucas adelante. Encima las pantallas eran chicas y estaban bajas (si algún punto flojo hay que marcar del recital, es la parte técnica, tanto en la infraestructura escénica, como en el sonido -un poco bajo, y reiterado en acoples que el sonidista parecía desconcertado para cortar, cuando ese menester suele ser su abc-). Clara me venía insistiendo en que si nos íbamos para el fondo (más al fondo) íbamos a poder ver. A mí, ya inmerso en el "punto de vista interno" de la turba, me parecía equivocado, e insistí en quedarnos, en seguir intentando llegar hasta las vallas. Mi razón era lograr que ella viera. Una vez más el luchador de la causa ajena fracasó en favorecerla por no detenerse a escucharla de verdad. Mi plan fue infructuoso. Entonces accedí, resignado y encaprichado, a probar la opción de dar un paso atrás. Vi que Clara tenía toda la razón desde el principio. Desde el fondo se podía ver bien, y además había más espacio entre personas. Se podía disfrutar. Mea culpa por ser cuadrado y patriarcal.
Parte 1
Ahí nomás arrancó: 21:45 (es importante retener este dato). "Mi Elemento", un temazo del último disco. La banda era básicamente la actual: la bella y talentosa Nerina Nicotra en bajo, Sergio Verdinelli en bata (un mostro total!! cómo toca ese pibe!!) y Claudio Cardone en teclados. Se sumó Guillermo Vadala, el bajista de Fito, tocando la guitarra. Hicieron un par de temas del nuevo disco (nunca tocado ante tanto público). Empezaron a sumarse invitados. Pasaron todos los tecladistas de Jade (Mono Fontana, Diego Rappoport, Juan del Barrio y Leo Sujatovich). Todos unas bestias sagradas. Era gracioso ver que después del cuarto o quinto invitado al flaco ya le daba como vergüenza seguir diciendo que eran "genios" y otras gentilezas de la estirpe. Pero era verdad... Tanto talento subiendo al escenario… En esos alternados mini sets con tecladistas repasó toda la parte de INCREÍBLES temas lentos de la época de Jade, con sus picos máximos en Umbral y Alma de Diamante (también hizo Era de Uranio, Ella También, Vida Siempre, e inesperadamente, Cisne, uno de mis favoritos del muy posterior disco Para los Árboles). Se sumó además Beto Satragni.Entre medio vinieron invitados más histriónicos. Subió Fito, que estuvo a los gritos pero bárbaro, interpretando juntos Las Cosas Tienen Movimiento (versión spinettiana) y después (sí sí) Asilo en tu Corazón, en una versión realmente conmovedora. Se tiraron las habituales flores homoeróticas ("Luis Alberto, divino, hermoso", "Fito, amor mío, te amo", etc) con las que expresan su profundo y genuino cariño, sin perder tiempo en impostar modismos de varoncitos. Después Cerati. Bueno, con su cada vez más producida imagen (ahora es modelo de su propia línea de ropa chic)... Hicieron Te para Tres (excelente), y la engancharon con Bajan (primer momento de delirio colectivo). Al terminar, Cerati le dice "Disfrutalo Luis", con un claro sentido de "ahora te llegó a vos, ¿viste lo que es llenar estadios?, yo sé lo que es, disfrutalo" (y el subtexto: "claro, sólo que yo llené siete rivers, ¿entendés?"). En fin, lo de siempre (pueden ver su símil performance en el dvd de Mercedes Sosa), pero metió unos solos de guitarra brillantes que ayudan a olvidar todo eso.
Cada canción era una perla. El flaco hizo un cover solo con su guitarra del tema Mariposas de Madera, de Miguel Abuelo, por ejemplo. Le asignó con gran humildad la maternidad inconsciente de Muchacha Ojos de Papel a esa pieza. También hizo el “El Rey Lloró”, de Lito Nebbia. Y un muy poderoso cover (primer momento de Rock posta de toda esta primera parte del show, que fue muy tranqui) del tema “Adonde está la libertad” de Pappo, con Juanse de invitado en voz (recibido a coro por la multitud al grito de “pomeeelooo, pomeeelooo” jajajja muy bueno… encima estaba y se movía igual!!). También en una parte de sumaron sus dos hijos varones, Dante y Valentino, para un cover de Manal, Necesito un Amor, intercambiando roles: Dante en Guitarra (tiró un par solos interesantes) y Valentino rapeando. El flaco se exculpó: “No sé si a Javier Martinez le gusta el rap, pero bueno muchachos… está en el aire”, dijo, riendo.Un momento cumbre para mí fue cuando tocó Cementerio Club. Temazo increíble, del disco Artaud. Fue una cosa muy mágica (como cada segundo de anoche). Tantas veces haberlo escuchado con Clara a ese tema, sencillo, y a la vez profundo, y a la vez sensual, y de repente tenerlo ahí, en vivo, con sus arreglos característicos, con la entonación gomosa del “… en verano”. Genial.El cierre de la primera parte vino con una versión de Filosofía Barata y Zapatos de Goma, de Charly, que alcanzó su éxtasis en un solo extendido y poderoso del flaco en guitarra, elevado por la maestría para crear climas crecientes con el tambor y los platos que caracteriza al groso de Verdinelli. Terminado ese tema, Spinetta presentó a Charly. Descontrol total, ovación infinita. Dos gigantes sobre el escenario. Yo hace un tiempo había podido conseguir unas cintas de pésima calidad (grabaciones de la grabación de la consola del sonidista, imaginense…) de un recital en Obras en los ’80 de Spinetta Jade y Serú Girán. Asumí que eso sería lo más cerca que nunca estaría de presenciar otra “total interferencia” de estos dos genios del rock. Bueno, wrong again: ahí estaban de nuevo. Y entregaron una versión sentida y poderosa de Rezo por Vos. Un cierre alado. El intermezzo duró unos ‘25 minutos. Ya era muy tarde, y habíamos tenido más que suficiente, pero faltaba lo mejor! Recién entonces pude advertir en toda su dimensión la belleza del entorno. Casi toda la gente del campo sentada, tranquila, en comunidad de amor y belleza, hablando, riendo, besándose. Fue mi “momento Woodstock”, jajaj si me permiten la frivolidad. Encima la luna, como llamada por los versos de Ella También (“ella también se cansó de este sol / viene a mojarse los pies a la luna”) brillaba, radiante, sobre el estadio. Fumamos unos cigarrillos con Clara, callando en íntima compañía.
Parte 2
Volvió la música. Primera banda eterna: Los Socios del Desierto. Al fallecido Tuerto Wirtz lo reemplazó Javier Malosetti en batería (¿habrá algo que no sepa tocar?). Un maestro total Malosetti; incluso tocó con la antiparra que se ponía Wirtz. Hicieron temazos. Una vez más fui afortunado: entre tantos temas posibles eligieron algunos de mis favoritos: Bosnia (flashero) y Nasty People (uno de los dos hits rockeros maceta de la banda, junto con Cheques, que creo fue elegido antes que éste último –más “conocido”- por su discurso anti mal manejo al volante, la actual causa “social” del Flaco – “Nasty People / behind the wheel…”).Después vino el momento cumbre de la noche en lo personal. INVISIBLE. A mi modo de ver, sin exagerar, una de las 4 o 5 mejores bandas en la historia del rock mundial. Spinetta en su momento más creativo, técnicamente sofisticado, poéticamente inspirado. Y secundado por dos MONSTRUOS infernales: Machi Ruffino en bajo y Pomo Lorenzo (probablemente el mejor batero de la historia del rock argentino, también integrante destacado de Jade). Jamás creí que iba a tener la posibilidad de ver a esta banda, que he escuchado hasta el hartazgo (sólo un modo de decir), en vivo. Fue como viajar en el tiempo treinta años hacia atrás, pero sin dejar de estar ahí, ahora; primer atisbo de un sentimiento de eternidad…Arrancaron con Durazno Sangrando. Belleza, belleza. Después hicieron Jugo de Lúcuma (yo ya no cabía en mi ser para entonces…). “Lorena duerme / perdió los zapatos / manchas de rouge de sangre / impiden verla / Barcos de Luces / de aquella noche / oh, en la que bebí / de su cuerpo de lúcuma”. No recuerdo haber cantado algo con más emoción; lo que estaba sucediendo era hermoso, avasallante…Y lo que vendría después!! La letra de Spinetta que más me acompaña desde hace un tiempo, y flor de tema: Lo que nos ocupa es esa Abuela, la Conciencia que regula el mundo. IMPRESIONANTE!! (aunque el flaco se olvidó fragmentos de la letra… por demás entendible… era increíble ya que se acordara tantos cientos de acordes enredados de decenas de canciones – estuvo super ajustado en la guitarra, no pifió ni mintió nunca; estuvo en su mejor forma como instrumentista).Cerraron el set con un homenaje a Tanguito, versionando Amor de Primavera, con Lito Epumer de invitado soleando en la guitarra. Mientras los técnicos reacomodaban los instrumentos, extasiado, pude volver a sentarme en el piso. Miré alrededor. Gente de todas las edades, mujeres y hombres canosos, gente en sus cuarenta, veinteañerxs, incluso pibxs de unos 10 o 12 años. Alrededor las tribunas, llenas, la gente sentada, atenta, feliz… la luna iluminando todavía, igual que una hora atrás, en el mismo lugar… Me invadió como un sentimiento místico. Me acordé de ese relato de Borges, “Sentirse en Muerte”, donde cuenta cómo una noche, caminando perdido y solo por Buenos Aires, experimentó la eternidad, ese estar al mismo tiempo en todos los tiempos (o sea, la inexistencia del tiempo). Lo que viví se parece a eso. Por un instante, fue como estar sentado en los setenta en algún festival, la gente era la misma, Spinetta era el mismo, cantando La Sed Verdadera, con y sin canas al mismo tiempo... la mujer que ahora bailaba loca y sin música al lado mío había estado bailando así siempre, nunca, y no era vieja, ni joven (“Hoy tu pollera / gira al viento / quiero verte bailar / entre la gente, entre la gente / quiero verte bailar / No importa tu nombre / si me puedes contestar / Son tanto tus sueños / que ves el cielo / mientras te veo bailar”). Duró poco, pero lo sentí, o estuve cerca de sentirlo. Ahora pienso que cuando eligieron ponerle “Spinetta y las Bandas Eternas” a este recital no había indebido énfasis, sino estricta adjetivación.Llegó Pescado Rabioso. Uhhhhhhhhhhh!!! Lebón en guitarra, Black Amaya en batería, Cutaia en teclado hammond, y de invitado sostenedor Vadalá, en bajo. Un poder fenomenal. Estaban intactos. Se los veía felices, llenos de música y cariño mutuo, marcados por las cicatrices de las experiencias solistas, concientes del diamante intacto de aquella aventura juvenil, llena de excesos, talento y vanidad.Abrieron con Poseído del Alba. Después hicieron Serpiente Viaja por la Sal (temazo!!). Después Credulidad (uuhhhhhhhhh). Ahí lo invitaron a Bocón Frascino, a quien Luis, con su típica generosidad, elevó y reconoció en su merecida medida, a pesar de los reveses que los sellos discográficos le propinaron a Bocón. Violero con mucho swing rockero, con las notas justas, sin virtuosismo pero con alma. Y junto a él, subiendo por fin el volumen al palo, hicieron una trepidante tríada rockera vieja y peluda nomás: Ya despiertate nena, Me gusta ese tajo (tremendos solos de Bocón y Cutaia!!) y Post-Crucifixión (mejor, o tal vez único, pogo de la noche). “Y en esta quietud / que ronda a mi muerte / tremendo presagio / de lo que vendráaaaaaa”. Impresionante.Y la última banda: Almendra. Así lo dijo el flaco: “con ustedes, Almendra”, y pude ver todo el sabor de esa palabra. Toda la carga estética de ponerle ese nombre a una banda rara de los ‘60, cuando casi no se cantaba rock en castellano, cuando las bandas (siguiendo servilmente la costumbre sajona) no concebían llamarse sin un “Los…” (“The…”) antes. Hicieron tremendos temazos, super ajustados en su ejecución, con Edelmiro Molinari brillando a pesar de algunos problemas con el cable de la guitarra, Emilio del Guercio y Rodolfo García cantando con energética afinación, y Luis conduciendo lo que esa altura ya era un festival excesivo, una exhuberancia de notas y melodías que habían abrumado y transformado cada alma que siguiera en pie, tras más de cuatro horas de rock y poesía. Hermano Perro, Fermín… y para el final, Muchacha. La cantaron con Luis en acústica y los otros tres en voces, a su alrededor, cerca, en semicírculo. Fue la primera vez que lo escuché a Spinetta cantarla sin deformarla, con la melodía original. Hermosos arreglos de voces proyectaron la posible última vez (la primera, la mejor) que esa canción vaya a ser ejecutada por los dedos y gargantas de estos cuatro vanguardistas.
Parte 3
Was it over? No!! Todavía quedaba un set más. Eran casi las 3 de la mañana!!! 5 horas seguidas de rock. De algún modo uno tenía la (in)conciencia de que estaba viviendo un acontecimiento único, irrepetible, que nunca olvidaría. Irse, o sentirse cansado, ni siquiera era una posibilidad para nadie. Volvió la banda actual. De nuevo, a ejecutar temas del último disco. Becoming full circle, como dicen los yanquis. Un mañana es mejor. Hicieron 8 de octubre, el tema para la tragedia de Santa Fe, con Ricardo Mollo de invitado. Después algún tema más del disco. Y el cierre con hits, con las pocas canciones “coreables” del flaco. Seguir viviendo sin tu amor (delirio colectivo, el flaco con la voz impecable, alta, gritada todavía), Yo quiero ver un tren (impresionante momento) y el último, No te alejes tanto de mí.Terminó finalmente. Con (casi) todas las y los músicos invitados, chamanes de una ordalía en celo, saliendo al escenario con remeras de “Conduciendo a Conciencia” (previa denuncia mortal del flaco a la revista Rolling Stone). Saludamos, y salimos, a buscar un colectivo durante alguna otra hora, a amontonarnos de nuevo, llenos de alegría, justificados de cualquier miseria, redimidos por la avalancha de sentido del sinsentido como vehículo de expresión artística.
“To create a little flower is the labour of ages” // “Crear una pequeña flor es trabajo de siglos”//. Nunca tuvo más contenido ese verso de Blake. Durante siglos, décadas (“día / año / mes / minuto”) Spinetta fue creando una flor, cuyo aroma floreció en horas cinco de dibujos para el alma que ya no puede ser igual.
Los quiere,Guille
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