I
tarde de verano
riegan el patio para que la tierra se aplaste
riegan con parsimonia, tapando lateralmente la salida de agua
el chorro se ensancha, la presión lo expulsa con más fuerza:
no hacer charcos, esa es la consigna
hace calor
del piso sube una humedad cálida, espesa
pronto llegará una brisa refrescante
agua que se evapora se lleva consigo el calor
otra promesa
aturdido por el sol de verano
o tal vez sólo para romper la monotonía
de la escena tantas veces repetida
veo un caracú blanco, limpio, contundente
los perros habían hecho bien su trabajo
después fue el mecanismo de siempre
sostenerlo entre el índice y el pulgar de la diestra
tirar el brazo para atrás para tomar envión
inclinar un poco el cuerpo, torcer la cadera:
el latigazo expulsa el proyectil por sobre el tapial y los árboles
cuando ese hueso se vino abajo aún eramos chicos
tu grito de dolor fue señal inequívoca
no hacía falta ver para saber que sangrabas
un blanco proyectil que te cae justo encima
hice sin querer
los gritos de los grandes
su urgencia frente a tu susto y dolor
mi miedo al reto
me arrugo todo
y el magullado eras vos
mucho más chico pero firme y decidido
la frente roja y manchada
las gotas que se pegoteaban en tu torso
reforzaban tu voz con un carácter único
cuando pasaste frente a mí
un poco me odiaste por la puta suerte
pero enseguida
entendimos que no era más que eso
F.B.
Buenos Aires, enero 2012
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