"El miedo: el miedo no es igual. El miedo cambia. Hay miedos y miedos. Una cosa es el miedo a algo -a una patrulla que te puede cruzar, a una bala perdida-, y otra distinta es el miedo de siempre, que está ahí, atrás de todo. Vas con ese miedo, natural, constante, repechando la cuesta, medio ahogado, sin aire, cargado de bidones y de bolsas y se aparece una patrulla, y encima del miedo que traés aparece otro miedo, un miedo fuerte pero chico, como un clavito que te entró en medio de la lastimadura. Hay dos miedos: el miedo a algo, y el miedo al miedo, ese que siempre llevás y que nunca vas a poder sacarte desde el momento en que empezó.
Despertarse con miedo y
pensar que después vas a tener más miedo, es miedo doble: uno carga
su miedo y espera que venga el otro, el del momento, para darse el
gusto de sentir un alivio cuando ese miedo chico -a un bombardeo, a
una patrulla- pase, porque esos siempre pasan, y el otro miedo no,
nunca pasa, se queda."
Fogwill, Los pichiciegos,
Interzona, 2006, p 94
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