Jonas Mekas, fragmentos de su diario


Copio algunos fragmentos no consecutivos del diario del exilio de J. Mekas, "Ningún lugar donde ir", suerte de educación sentimental y esbozo de ars poética. Precioso libro donde se va desarrollando, poco a poco, un modo de enfocar lo cotidiano. Ni etnográfico ni epifánico...




I
¿Cuál es la diferencia entre el hombre y el animal?
Los animales se comen entre sí; los hombres también.
Los animales no tienen conciencia; ¿pero dónde está la conciencia del hombre?
Los animales más grandes y fuertes matan a los más pequeños; el hombre hace lo mismo.
Los países grandes esclavizan a los pequeños; los ricos y los poderosos explotan a los pequeños y pobres.
¡Para qué escribir todo esto! De qué sirve.
(...)
Vivo rodeado de cerdos, caballos y vacas.
Todos los días tengo que mirar sus ojos vacíos, sus panzas estúpidas.
Se hacen llamar por el nombre de distintas nacionalidades. ¡Cómo si importara!
Alemanes, franceses, italianos, croatas, rusos, polacos y otros animales.
¡Mucho gusto!
Amo a los animales, pero sólo a los animales verdaderos.
Amo a los animales que no pretenden ser humanos.
Deberían mirar, a veces, a los ojos de las vacas verdaderas. Su mirada es serena, tranquila, entera. Son buenas, son tan buenas. Como un buen remedio
Me gusta estar con las vacas. Pasé gran parte de mi vida con ellas. Desconocen el significado de la codicia, no hacen política. Las amo. ¡Protéjanme de los seres humanos!
¡Déjenme vivir con las vacas!
Viviré como un pastor, si ese es el único modo.
Me están volviendo loco, saben, Animales Pensantes.
Incluso ahora, mientras escribo estas palabras iracundas, ¡sus ojos están fijos en mis manos, sus panzas pesadas mueven mi mesa, sus voces agudas atacan mis oídos!
(...)
¡Ay, criaturas de este mundo!
Hace sólo un año las imaginaba distintas. Solía dividirlas en animales y homo sapiens. Seguía los libros de texto.
Pero hoy Veo a los dos grupos acercarse, cada vez más. Y en la vida real.
Tengo que trabajar para ustedes, tendré que amarlos, tendré que entregarles mi vida.
Sí.
Lo voy a hacer, de un modo que el punto, el centro, empiece a dividirse de nuevo.
¡La horrible ameba tiene que volver a dividirse!




II
Debo trabajar para la guerra.
soy una pequeña parte de su maquinaria.
¡Asesinos!
¡Ladrones que roban mi tiempo!
Niños.
Gatean, ríen.
Estoy sentado bajo un árbol y los observo.
Este árbol está en Alemania, y soy un prisionero alemán.
Los niños juegan con arena y parecen felices.
Arena, nada más.
Observan cómo la arena corre entre sus dedos.
Esta arena también es Alemania.
Y los dedos.




III
Ataque aéreo. Las bombas van a caer pronto sobre sus objetos inservibles.
¡No entiendo cómo puede morir y dejar todas las pertenencias detrás! ¡Quizás por eso vuelven, como fantasmas!
Pero no pueden llevarse todo. Así que me quedo parado y me río.
Ja ja ja. Escuchen esto: ja ja ja ja
¡Sólo dos valijas, eso es todo lo que una persona puede llevar!
En cuanto a mí, tampoco soy libre. Aún tengo miedo.
No me atrevo a hacer y decir todo lo que quiero.
La guerra no tiene conciencia y no siente piedad por los que sí la tienen.

de "Ningún lugar donde ir", Ed. Caja Negra, 2008

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